sábado, 3 de octubre de 2009

El olimpismo apuesta por la alegría y el desarrollo de un pueblo con ilusiones


2 de Octubre de 2009,18:55 De la tarde en España, Madrid y Rió de Janeiro se encuentran ante uno de sus momentos históricos más importantes. Uno de los dos celebrará las olimpiadas de 2016. Tras una larga espera, el presidente del COI anuncia que los juegos se van a Brasil, la alegría caribeña inunda el recinto que se convierte en un sambódromo. Lula llora de emoción y enseguida es envuelto en la bandera de su país, es su momento de gloria, como los grandes atletas dando la vuelta al estadio olímpico.



Lula es el hombre del momento, el político emergente. Unas horas antes había pronunciado un magistral discurso ante los miembros del COI. Un discurso conciliador en el que apostaba por la capacidad que tendrían unos juegos en Rió de Janeiro, para el impulso no sólo de Brasil sino de toda América del sur.






Las olimpiadas deben servir para mejorar la calidad de vida de una sociedad en la que aún se percibe una gran desigualdad. Los éxitos económicos de los últimos años han mejorado esta situación, pero el sueño olímpico deben impulsar a Brasil hacía nuevas metas, nuevos retos que aceleren el proyecto de un Brasil líder en el futuro del mundo.


Su proyecto no es el mejor, pero la necesidad de abrir el "olimpo" a los países emergentes y a nuevos continentes han provocado que en 2016 el olimpismo se llenará de samba. Un gran espectáculo deportivo, alegre y cosmopolita. Eso es a lo que debe aspirar Rió.


Todavía tiene 7 años por delante para corregir los problemas que se le han visto a su candidatura. Este periodo deben aprovecharlo también para seguir progresando económica y socialmente, para que en 2016 el mundo se asombre ante sus progresos.






Repetimos que Rió no era el mejor proyecto,estaba por detrás en infraestructuras deportivas, transportes, seguridad o capacidad financiera. Pero ante estos problemas Rió debe explotar sus valores: La alegría, la belleza de su ciudad, el desarrollo progresivo de su gente o la esperanza en el progreso. Brasil debe hacer bandera de todo esto y mejorar en los otros aspectos, si así lo hace, en 2016 el mundo se rendirá ante la evidencia del surgir de una nueva potencia

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