Durante todo el verano, varios miembros del Partido Popular nos han regalado para los oídos algunas declaraciones que no se pueden tolerar en un estado democrático.
Según el PP, altos cargos de su partido han sido espiados de manera ilegal, pues no pertenecían a ningún sumario judicial, por las altas instancias de la policía y la justicia. Por supuesto no tardaron en señalar un culpable: el PSOE. Todo esto ocurría por mandato expreso del presidente del gobierno al que Mariano Rajoy tildó de inquisidor del S.XXI . Como es sabido aún estamos esperando a que aporten pruebas para hacer semejantes acusaciones. Se han instalado en el todo vale. No hay pruebas, les da igual el objetivo era crispar y lo han logrado, Han movilizado a sus fieles más entusiastas que ya se han convencido de que son las víctimas de la película
De declaraciones de este tipo está llena la prensa nacional, por lo que no ahondaré en ellos. Basta el ejemplo anterior para analizar la impunidad en la que se ha instalado el Partido Popular a la hora de hacer sus declaraciones. El PP pretende presentarse como defensor de la libertad, precisamente ellos que componen la derecha más reaccionaria de Europa y que han sido incapaces de romper de raíz con lo más profundo de su ideología franquista.
No diré que ellos no son un partido democrático, por supuesto que lo son. Y cuando han ganado ha sido porque los españoles así lo han querido. Pero me parece muy gratuito por su parte decir que estamos instalados en un régimen de terror, precisamente ellos que son herederos naturales de una dictadura.
Me preocupa mucho que la política española se haya instalado en este grado de impunidad en el que se puede acusar al otro sin pruebas y de una manera vil.
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